Cómo cuidar los pies de niños con diabetes
Elda
12 de junio de 2024
por:
Sandra Morales
técnica del laboratorio de pisos de INESCOP
La diabetes es una de las enfermedades crónicas más comunes entre niños y adolescentes. Dentro de este grupo, la diabetes tipo 1 es la más frecuente, con una edad media de aparición alrededor de los 8 años. No obstante, en los últimos años se ha observado un aumento significativo en la prevalencia de la diabetes tipo 2 entre la población pediátrica, especialmente en la adolescencia. Este incremento se relaciona con el aumento de la obesidad y la resistencia a la insulina en los niños, factores que contribuyen a que más jóvenes desarrollen esta enfermedad.
Es crucial que los niños diagnosticados con diabetes aprendan a llevar unos hábitos de vida saludables durante la infancia y la adolescencia. Este proceso de aprendizaje no solo implica al niño, sino también a su entorno familiar, ya que los padres y cuidadores juegan un papel fundamental en la implementación de una alimentación sana y equilibrada. Es vital que tanto los niños como sus padres presten especial atención a la cantidad de hidratos de carbono y azúcares que consumen. Una dieta adecuada puede ayudar a controlar los niveles de glucosa en sangre, lo que es esencial para el manejo de la diabetes.
Además de una alimentación adecuada, es importante que los niños con diabetes mantengan un estilo de vida activo y realicen ejercicio físico regularmente. La actividad física mejora la sensibilidad a la insulina y a controlar el peso corporal, factores importantes en la prevención y manejo de la diabetes tipo 2.
El control temprano y continuo de la diabetes es esencial para prevenir complicaciones graves en la edad adulta. Un buen manejo de la enfermedad desde la infancia reduce significativamente el riesgo de desarrollar problemas de salud a largo plazo. Una de las complicaciones más comunes de la diabetes es la neuropatía. Específicamente, la neuropatía diabética puede tener un impacto significativo en los pies, provocando una disminución de la sensibilidad, aumentando así el riesgo de úlceras e infecciones que pueden llevar a complicaciones graves si no se manejan adecuadamente.
Por ello, además de seguir unos hábitos alimenticios saludables, será también necesario conseguir un hábito saludable sobre los pies. Para alcanzar este objetivo se recomienda que desde el momento en el que se diagnostique la diabetes al menor se sigan estas pautas:
Llevar siempre calcetines para evitar rozaduras.
Limpiar diariamente los pies.
Secar con cuidado los pies, sobre todo entre los dedos.
Utilizar jabón neutro.
Cortar las uñas del pie en línea recta.
Proteger los pies del calor y del frío.
Observar diariamente los pies para curar cualquier herida o rozadura que puedan tener.
Además de la neuropatía diabética, existen diversas patologías que son comunes en los niños diagnosticados con diabetes, tales como:
Xerosis y engrosamiento de la piel
La xerosis, o sequedad de la piel, es uno de los signos más frecuentes de la diabetes. Muchos pacientes diabéticos presentan alteraciones como la descamación de la piel, una reducción de su elasticidad y un engrosamiento cutáneo.
Infecciones
En los niños diabéticos, las infecciones más comunes son causadas por hongos y bacterias, particularmente las especies de Cándida, Staphylococcus y Streptococcus.
Hongos
Los niños diabéticos tienen mayor susceptibilidad a infecciones por dermatofitos y cándidas. Las infecciones más frecuentes incluyen Tinea Pedis (pie de atleta) y Onicomicosis (infección fúngica de las uñas).
Bacterias
Las infecciones por estafilococos son más comunes en los pacientes diabéticos insulinodependientes que en aquellos que no lo son. Entre las infecciones bacterianas más frecuentes se encuentran la foliculitis y el impétigo.
Por lo tanto, educar a los niños y a sus familias sobre la importancia de una alimentación saludable, la práctica de actividad física regular y el control adecuado de los pies es fundamental. Esto no solo mejora la calidad de vida de los niños con diabetes, sino que también previene complicaciones futuras, permitiéndoles llevar una vida plena y saludable. La atención médica regular y el seguimiento por parte de un equipo multidisciplinario son cruciales tanto para asegurar un manejo adecuado de la enfermedad, como para proporcionar el apoyo necesario tanto a los niños como a sus familias durante el proceso.
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